Esclavitud en Egipto
El pueblo hebreo parece proceder de
tribus trashumantes que se trasladan desde el sur de Persia, algunas de las
cuales probablemente se asientan en Canaán y otras en Egipto, donde se precisa
mano de obra para sus edificaciones. Suponen el estrato social más bajo. De
hecho, la etimología de la palabra hebreo, parece hacer referencia a esta
situación social. Probablemente el trato que se da a estos nómadas asentados en
Egipto se va endureciendo progresivamente, hasta llegar a condiciones de
esclavitud hacia los siglos XV-XIII ad C.
Nacimiento de Moisés
En ese tiempo nació un bebé
varón a una mamá israelita. Y ¿ustedes saben qué se le ocurrió a esa
mamá? Por un tiempito la mamá lo escondió, pero antes que le descubrieran que
tenía a su bebé escondido, se le ocurrió tomar de las hierbas que nacían cerca
del río y con esas pajitas tejió una cestita donde cupiera su bebé recién
nacido. La cubrió de material impermeable y allí colocó a su bebé. Se
fue al río y puso la cestita en el agua entre las plantas a la orilla del río,
cerca del palacio del Faraón. La cestita comenzó a flotar. La mamá
le pidió a su hija de doce años que vigilara la cestita.
La
hija del Faraón, la princesa de Egipto, vino al río a bañarse y vio la cestita
tan bonita flotando y se dio cuenta que había algo dentro que se movía y hacía
ruido. Cuando pudo ver bien dentro de la cesta se dio cuenta que era un
bebé. Y dijo a las que estaban con ella:
-Debe
ser un bebé israelita.
La hija del
Faraón estaba encantada con el bebé.
Mientras
tanto, la hermanita del bebé seguía viendo qué hacían con su hermanito.
Como
la hija del Faraón quería quedarse con el bebé, la hermanita sintió confianza y
se acercó a la hija del Faraón para decirle:
-Si usted
quiere, yo le consigo una mamá israelita para que le dé de comer de su leche a este
bebé.
-Por
supuesto, la hija del Faraón, que quería quedarse con el bebé, le dijo que sí,
que llevara al bebé a la señora que para que alimentara al bebé hasta que
creciera.
Era la misma
mamá del bebé. La hermanita le llevó el bebé de nuevo a su mamá para que
lo amamantara hasta que creciera. Cuando niño creció, que no necesitaba que su
mamá lo amamantara, el niño fue llevado al palacio del Faraón a vivir allí.
La hija del Faraón lo llamó
Moisés, que significa “salvado de las aguas”. Moisés fue educado en el Palacio
del Faraón, junto con el hijo del Faraón. Aprendió todas las costumbres
de los egipcios. Pero Moisés sabía que él no era egipcio, sino israelita. Vocación de Moisés
Y a veces iba a donde
vivían los israelitas para visitarlos.
Los israelitas eran esclavos de
los egipcios y los egipcios los trataban muy mal. Los trataban tan mal
que hasta los golpeaban para que trabajaran más y más en las construcciones que
estaba haciendo el Faraón en Egipto.
Un día Moisés
vio cómo un guardia egipcio le dio tantos golpes con un palo a un esclavo israelita,
que Moisés se enfureció y pensó que debía hacer algo: Moisés se fijó que
no había nadie que pudiera verlo, mató al egipcio y enterró bien el cuerpo.
Moisés consiguió a dos
israelitas peleando, y trató de calmarlos para que no siguiera la pelea.
El más peleón
de ellos se le enfrentó a Moisés diciéndole:
-¿Es que me vas a matar como mataste
al egipcio?
Moisés quedó impresionado y asustado,
porque pensó que su secreto iba a saberlo el Faraón y que entonces lo mandaría
a matar por haber matado a un egipcio. Moisés decide
escapar y esconderse. Moisés decide irse del palacio del Faraón y se va
muy lejos, al desierto, donde no pudiera encontrarlo nadie.
En ese viaje a
pie por el desierto se consiguió a un grupo de siete hermanas en un pozo.
Ellas lo llevaron casa de su padre. Y Moisés se quedó a vivir allí con
esa familia. Moisés se casó con la hija mayor y trabajaba con los rebaños de su
suegro.. Dios estaba
todo el tiempo pendiente de Moisés. Por eso lo salvó de las aguas.
Por eso ahora lo va a llamar.
Estaba Moisés lejos de la casa en pleno desierto
y ve algo muy extraño: era una mata que estaba prendida en llamas, pero
no se quemaba. Era una zarza ardiente.
Entonces
Moisés se acercó a ver la zarza ardiente.
Dios le habló
desde la zarza ardiente a Moisés. Dios le dijo:
-Yo soy el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob.
Dios continuó hablándole a Moisés:
-Voy
a rescatar a mi Pueblo que está sufriendo mucho en Egipto. Y quiero que
tú, Moisés, vayas a sacarlos de allí.
¡Cómo! Me
escapé de Egipto y ahora ¿voy a tener que ir allí a sacar a esas miles de
personas de allá?
Le dio miedo, porque sabía que el
Faraón lo quería matar.
Empezó
a darle muchas excusas, porque no quería ir a Egipto a enfrentarse al Faraón.
Dios le dijo a Moisés:
-Yo te envío al Faraón y tú sacarás a mi Pueblo de Egipto.
Y le dijo también algo muy importante:
-Yo estoy contigo.
Si Dios mismo iba a estar con Moisés,
Moisés no tenía que tener temor, porque Dios estaría con El. Dios es
fuerte y poderoso. Con Dios, no hay nada que temer, aunque nos pida cosas
muy difíciles.
Se puso en camino hacia Egipto.
Y en el camino se encontró con su hermano Aarón. Dios había mandado
a Aarón para que ayudara a Moisés.
La vocación de Moisés se describe
según dos tradiciones entremezcladas en Éx 3. Según tradición yahvista, Moisés
se encuentra pastoreando, cuando Yahveh se le manifiesta en forma de llama y le
comunica su deseo de que quiera liberar a su pueblo. Según tradición elohista,
Moisés se dirige a la montaña de `Elohim, donde es llamado a liberar al pueblo
hebreo.
Las diez plagas
Dios llamó a Moisés desde la zarza ardiente y Moisés obedeció a Dios y se fue a
Egipto como Dios le había ordenado.
Hubo plagas que fueron: aguas en sangre, ranas, piojos, moscas, pestes sobre el ganado, ulcera incurable, granizos y fuego, langostas, tinieblas y muerte de los primogénitos. Pero nada de esos daños convencía al Faraón de que Dios quería que su Pueblo saliera de Egipto. Comenzaron a morirse los hijos de los egipcios. Y sólo con la muerte de su hijo, el Faraón se convenció de que tenía que hacer lo que Dios estaba ordenando.
Se
presentaron al Faraón. ¿Se imaginan la cara del Faraón al ver a
Moisés? Pero Moisés iba confiado porque Dios estaba con él. Además
tenía a su hermano Aarón que lo acompañaba.
Que
Dios, el Dios de Israel, quería que dejara salir a su Pueblo de Egipto. El
Faraón se enfureció. ¿A cuenta de qué voy a hacer yo caso a ese Dios?. Y
más bien mandó a darles más trabajo y menos descanso a los israelitas.
Le protestaban a Moisés, porque
desde que apareció por Egipto para sacarlos de allí, la cosa se les puso más
difícil para ellos, porque el Faraón era muy malo y los forzaba más a trabajar
sin descanso. Dios le dio a Moisés el poder de hacer algunos milagros que
mostraban el poder de Dios para presionar al Faraón, pero ni por eso el Faraón
dejaba salir a los israelitas.
Hubo plagas que fueron: aguas en sangre, ranas, piojos, moscas, pestes sobre el ganado, ulcera incurable, granizos y fuego, langostas, tinieblas y muerte de los primogénitos. Pero nada de esos daños convencía al Faraón de que Dios quería que su Pueblo saliera de Egipto. Comenzaron a morirse los hijos de los egipcios. Y sólo con la muerte de su hijo, el Faraón se convenció de que tenía que hacer lo que Dios estaba ordenando.
Fusión de siete plagas
procedentes de la tradición yahvista y de cinco plagas de tradición Elohista y
Presbiterial, teniendo en común la de la muerte de los primogénitos. Se plantea
la teoría de que el relato se construye a partir de esta última, que pudo
representar la muerte del príncipe primogénito de Egipto a tenor de Éx 4,23 o
bien una posible epidemia. Algunas de las otras plagas son variantes del mismo
tema, hasta cumplir el número ideal de diez.
Salida de Egipto. El
paso del mar
¿Cómo
fue la salida de los israelitas de Egipto?
Dios les ordenó que una noche cenaran
con cordero, que prepararan pan sin levadura que era como una galleta, y que
estuvieran listos para salir de Egipto todos en cuanto se diera la orden.
Y así salieron miles y miles de
personas con todas las cosas que tuvieron que llevarse. Iban guiadas por
Dios, pero con Moisés al mando. Bueno, el Faraón los había dejado irse, pero
cuando vio que se habían ido, decidió salir a perseguirlos. Ya los israelitas
habían caminado por el desierto durante seis días y se alimentaban del pan sin
levadura que llevaron.Dios los iba guiando, porque le decía a Moisés por dónde
debían andar.Dios los llevó hasta un Mar, llamado el Mar Rojo. Pero allí
los alcanzó el Faraón con su ejército. El ejercito del faraón los acorralo ¿Estaban
atrapados? Eso creían ellos y eso creía el Faraón. Pero Dios los había
llevado hasta allí. Y Dios los sacaría de allí de alguna manera.
Dios dividió las aguas del mar
y los israelitas, guiados por Moisés, pudieron pasar caminando por el fondo del
mar sin agua. El agua hacía unos muros inmensos de lado y lado del camino
por donde iba pasando todo ese gentío. El Faraón continuaba en su manía de
perseguirlos. Y los siguió tratando de pasar ese camino que había abierto
Dios en el mar.
Mientras
pasaban los israelitas el mar estaba abierto, pero en cuanto comenzó a pasar el
Faraón con su ejército, el mar se cerró sobre ellos y se ahogaron todos en el
agua profunda. Así salvó Dios a los israelitas del Faraón y de los egipcios.
Los Diez Mandamientos
Siempre guiados por Dios que le
decía a Moisés qué hacer y por dónde ir, llegaron a un Monte, el Monte Sinaí.
En el Monte Sinaí Dios le dio a Moisés dos tablas de piedra escritas por Dios
mismo, en el que escribió los 10 Mandamientos. Esa es la Ley de Dios. Es
lo que Dios quiere que obedezcamos todos. Dios le dio a Moisés esa Ley
hace miles de años, pero es para todos nosotros también. En las dos tablas Dios
quiere que lo amemos a El sobre todas las cosas. Dios quiere ser la
Persona más importante para cada uno de nosotros. Dios quiere que lo
amemos mucho, mucho,También nos pide que amemos a papá y mamá, y que les
obedezcamos. También Dios quiere que seamos buenos con nuestros
hermanitos y con todos nuestros amiguitos.Dios no quiere que digamos
mentiras. Ese es otro de los 10 Mandamientos.Tampoco quiere que tomemos
cosas que no son nuestras, cosas que son de los demás. Eso se llama
robar. Y Dios tampoco quiere eso.
Porque Dios los sacó de Egipto
para llevarlos a la Tierra Prometida. Esa era la misma tierra que le
había prometido a Abraham. Ahora tienen que atravesar todo el desierto
para llegar a la Tierra Prometida, que es la misma tierra de Canaán.
En la memoria del pueblo
hebreo queda el convencimiento de que la providencia de Yahveh le salva de ser
aniquilado por el ejército egipcio, gracias a la fe de Moisés.
A partir de este recuerdo,
la tradición sacerdotal crea una epopeya en la que se incluye la
separación de las aguas, del modo en que esta misma tradición describe la
separación de las aguas y lo seco en el Libro del Génesis. Así el pueblo hebreo
vuelve a nacer gracias a la mano creadora de Yahveh.
y su sabor era como el de
tortas aplastadas con miel.
40 Años en el desierto
Los israelitas vivieron en
el monte Sinaí por un año, luego la nube se alejó del tabernáculo y los
israelitas la siguieron por el desierto. Los sacerdotes llevaban el arca del
testimonio adelante. Jesús les dijo que de esa manera los guiaría a la tierra
prometida.
Números 10:11–12, 33–34;
Éxodo 3:17
Los israelitas siguieron a
Moisés, pero a ellos no les gustó el desierto. No estaban felices y se
arrepentían de haber salido de Egipto.
Mana del cielo
En el desierto
no se puede cultivar plantas, ni pastos para animales. Así que Dios tuvo
que mandarles alimento en el desierto para que pudieran alimentarse. Ese
alimento que Dios les mandó se llamaba maná. Maná significa “qué es”. Eso
fue lo que los israelitas dijeron en cuanto vieron ese alimento: “qué
es”, porque era algo que no conocían.
Todas las
mañanas cuando se levantaban veían que sobre el suelo había como una nieve Era
una cosa blanca que cubría el suelo y eso se comía y con eso estaban bien
alimentados todo el día. En otro momento les mandó codornices, una aves
pequeñas que podían asarlas y así comían carne también.
Citas de la biblia que hablan del mana.
Números 10:13; 11:1–5
Jesús les mandó maná, pero la gente
estaba cansada de comer maná y querían carne, por lo que Jesús les mandó
codornices.
Números 11:4–9, 18, 31–33
Los israelitas llegaron a la tierra de
Canaán, que era la tierra prometida, y Moisés envió 12 espías.
Números 13:2–3
Los espías volvieron trayendo muchas
clases de frutas y diciendo que la tierra era muy buena, pero algunos de los
espías temían a la gente de Canaán, pues eran grandes y fuertes y vivían en
grandes ciudades con murallas a su alrededor.
Números 13:21–31
Los israelitas escucharon a los espías
y tuvieron miedo, pues pensaron que no podrían capturar la tierra de Canaán y
se enojaron con Moisés. Ellos querían regresar a Egipto, pues no tenían fe en
Dios.
“Mira,
yo haré llover sobre vosotros pan del cielo; el pueblo saldrá a recoger cada
día la porción diaria; así le pondré a prueba para ver si anda o no según mi
ley. Más el día sexto, cuando preparen lo que hayan traído, la ración será
doble que la de los demás días.” – Éxodo 16: 4 y 5.
Cada
problema que ocurría era arreglado gracias a la intercesión que Moisés hacia,
Israel en ese entonces se encontraba muy indefenso sus enemigos se aprovechaban
y podían hacer lo que deseaban pero solo mediante la oración podían hacer algo,
dios daba su apoyo pero también quería que su pueblo luchara, al no ver un buen
resultado en la guerra solo de dios hiba a depender poder triunfar.
Éxodo
narra: la escapada de Egipto del pueblo de Israel hacia la
tierra que Dios les había entregado: estando Moisés, Aarón y su pueblo en el
desierto de Sin, situado entre Elim y el Sinaí, el día quince del segundo mes
después de su salida, Adonai dijo
a Moisés:
El
mana: el mana era una goma dulce o el tipo de resina del pan de dios
sobrenaturalmente envido desde el cielo. El mana significa: lo que esto es. Maná es el nombre que el pueblo de Israel dio al
alimento divino que Dios les proporcionó cuando atravesaban el desierto,
huyendo desde Egipto hacia la tierra prometida. Era el pan enviado por Dios a los israelitas todos
los días durante los cuarenta años que estos deambularon por el desierto, ellos
recibían todos los días el alimento meno el séptimo sábado, por el cual debían
recolectar más el sexto dia. El
día sexto se refiere al viernes, el viernes la ración sería doble con el motivo
de que tuvieran para comer al día siguiente, pues el día séptimo es el sábado,
el día consagrado a Dios y en el que debían descansar de toda tarea. Y aquella
misma tarde sucedió que:
Aquella
misma tarde vinieron las codornices y cubrieron el campamento; y por la mañana
había una capa de rocío en torno al campamento. Y al evaporarse la capa de
rocío apareció sobre el suelo del desierto una cosa menuda, como granos,
parecida a la escarcha de la tierra. Cuando los israelitas la vieron, se decían
unos a otros: “¿Qué es esto?” Pues no sabían lo que era. Moisés les dijo: “Este
es el pan que Adonai os da por alimento. – Éxodo 16: 13 ~15. Durante los 5 primeros días el maná que recibían se
agusanaba si lo guardaban para el día siguiente, pero el que recibían el día
sexto les duraba en perfectas condiciones almenos dos días. El sábado Dios no
les proporcionaba maná. Dios les estuvo proporcionando maná, supuestamente
a través de sus ángeles, y fue su principal sustento por un tiempo de 40 años.
Dios también les ordenó que conservaran un poco de maná con el fin de que sus
descendientes vieran como era.
El
libro bíblico de éxodo revela que el maná aparecía cada noche y mañana después
de que el rocío hubiera desaparecido y que este debía ser recogido antes de que el calor del sol lo
derritiera.
Esto
se debe a que en Israel experimento una crisis de comida entonces el pueblo se
quejaba y añoraban la comida en Egipto.
Enojo de Dios
Citas Bíblicas
Números 14:1–4
Jesús se enojó con los
israelitas y le dijo a Moisés que no le ayudaría más. Moisés le pidió que los
perdonara y Jesús los perdonó, pero no les permitió ir a la tierra prometida.
Le dijo a Moisés que los llevara de regreso al desierto.
Números 14:11–25
Dios les dijo que debían
vivir en el desierto durante 40 años; los israelitas más viejos no tenían fe en
Dios y morirían en el desierto, pero sus hijos crecerían e irían a la tierra
prometida. Los israelitas regresaron al desierto.
Números 14:23, 29–34;
Deuteronomio 2:1
Un día, los israelitas no
tenían agua; estaban sedientos y le dijeron a Moisés que querían agua.
Números 20:2–5
Jesús dijo a Moisés cómo
obtener agua, y Moisés golpeó una roca dos veces con su vara. El agua brotó de
la roca y la gente pudo beber.
Números 20:6–11
Moisés guió a la gente por
el desierto durante 40 años enseñándoles los mandamientos de Dios.
Muerte de Moisés y llegada a la tierra prometida.
Moisés había
muerto. Aarón también. Y el que los guiaba después era Josué. Después
de muchos años por el desierto, llegaron al Río Jordán y vieron la Tierra
Prometida que quedaba al atravesar el río.Pero no sabían cómo iban a atravesar
el Río Jordán.Dios le dio las instrucciones a Josué para pasar el río.
El Río Jordán también se abrió,
igual que el Mar Rojo, y los israelitas pasaron pisando el fondo del río a pie,
porque las aguas del Río Jordán quedaron frenadas más arriba para que pudieran
pasar.
Ya no necesitaban maná. Así que Dios ya no mandó más el maná, porque en la Tierra Prometida podían tomar frutas de los árboles, cultivar plantas para comer y criar animales para comer carne. Y así los israelitas fueron estableciéndose en las ciudades de la Tierra Prometida y comenzaron su vida allí.
Números 14:33–34; Deuteronomio
Cuando Moisés tenía 120
años, Dios le dijo que fuera a una montaña desde donde vio la tierra de Canaán,
que era la tierra que Dios había prometido a los israelitas. Luego Dios se
llevó a Moisés al cielo.
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